Luis Garay y el bicentenario*
El historiador santiagueño y director del Instituto Espacio de la Memoria de Santiago del Estero da su impresión del impacto histórico que el bicentenario tiene para los santiagueños y recuerda las deudas que son necesarias saldar.
Luis Garay trabaja con la historia como herramienta cotidiana sobre todo aquella que revisita la presencia de los pobladores originarios en nuestra provincia. Es por eso que su visión de este revisionismo está atravesada por ese tamiz.
“Hay distintas miradas sobre esta cuestión y mucho tiene que ver ese desde donde se está mirando, qué es lo que visibiliza y qué es lo no. Creo que es una oportunidad única para hacer visible todo aquello que la construcción del estado nacional invisibiliza a partir de la declaración de la independencia o planteado desde otro ángulo. Sirve para saber quienes celebran estos 200 años y quienes quedan afuera de esto”.
Para Garay la gesta de descolonización es importante, no puede pasar desapercibida, “pero si nosotros la usamos para seguir ocultando una realidad que este bicentenario no pudo resolver al respecto de una inmensa proporción de la población originaria no sólo de Argentina sino en general de América Latina, quedará como que este bicentenario sirve sólo a aquellos que fueron incluidos en un nuevo proyecto de país”.
Personalmente Garay dice ubicarse desde aquellos sectores que no fueron incluidos en este proyecto “para hacer oír su voz y están reclamando esas viejas deudas que tienen cinco siglos en este territorio. Hoy, estos sectores se identifican como pueblos originarios emergentes del proceso de colonización y que fueron incluidos del proyecto de nación como tales, a los que nunca se les respetó su cultura, su lengua, en definitiva su identidad y que para poder ser argentinos tuvieron que dejar de ser todo aquello que de alguna manera venían siendo. Esto es lo que propone el proyecto educativo que es el sustento sobre el cual se construye el estado nacional de hecho”.
Bicentenario en Latinoamérica
“Creo que hay un ambiente que es propicio para el planteo y la reflección de estas cuestiones. Hay una serie de fenómenos que incluso tienen que ver con la globalización de la economía y la cultura que, como premisa esencial era necesario destruir el concepto de Nación que bajo del cual subsistían estos pueblos que estaban invisibilizados dentro de ese proyecto. Al romperse vuelve a ser visible y la diversidad vuelve a ser palpable y por supuesto los reclamos que eso trajo aparejado, fundamentalmente el derecho a la tierra. Ver que pasó con estos pueblos originarios, quienes fueron los dueños de estas tierras y que fueron despojados de sus derechos y negada su cultura e identidad como tales. Hay que analizar que pasó con ellos cuando se fueron los españoles, cual fue el reconocimiento de los nuevos estados hacia ellos. Esa es una deuda pendiente, que hoy, al producirse todo un proceso de reconocimiento de la multiculturalidad, ya no podemos resolver esta problemática homogenizando en un solo identitario argentino. Bajo de ese concepto de argentinidad hay una diversidad que hoy ya no se la puede ocultar, que reclama derechos porque tampoco alcanza con el reconocimiento verbal. Esta diversidad no es alegre, arrastra deudas de pueblos que han sufrido la tragedia de la conquista y la colonización, tragedia que nunca fue resulta en término de derechos. Esta diversidad necesita igualación y parecerse a lo que debería se un nuevo contrato social en la cual esta diversidad está contenida”.
Bicentenario y Santiago
“La realidad de Santiago del Estero no escapa ni al contexto nacional ni al internacional. Uno puede estar más de acuerdo con algunas posturas y menos con otras, con el nuevo proceso de reetnizacion y de identificación pero con lo que no se puede dejar de estar de acuerdo es con que esta diversidad debe lograr una igualación en derechos constitucionales. Quizás exija la necesidad de revisar ese contrato social de tal manera que pueda contener esta diversidad que se está planteando. Un ejemplo concreto y simple es el tema de quichua. Es una lengua emergente del proceso de colonización pero que quedó como lengua de una gran porción de la población santiagueña sobre todo rural. Son lo únicos que establecen una línea de continuidad histórica con aquellos viejos pobladores prehispánicos. Sin embargo esta lengua estuvo expresamente prohibida en la educación hasta 1983. Hoy no está prohibida y la constitución hace un reconocimiento muy mezquino de esta lengua que encuentra grandes dificultades para operativizarse en los planes de educación pública. Hoy deberíamos plantearnos si el quichua debería ser la primera lengua para muchos sectores de la población de Santiago del Estero y no una concesión que parece graciosa, de poder enseñarla como se enseña cualquier lengua extranjera. Para muchos pobladores es la primera lengua. Muchas veces se dice que esta es una lengua perdida, que no se la escucha comúnmente. Esta es una comprensión muy limitada. La lengua abarca mucho más que la expresión oral y escrita. Está sustentada sobre estructuras mentales que se han ido formando a lo largo del tiempo y que no coincide con el pensamiento que se puede expresar con la lengua castellana. Es toda una población que a pesar de no hablar en quichua, piensa en quichua”.
Proyección
“La importancia de la construcción de la memoria tiene que ver también con la visión de futuro. No es casual que el debilitamiento de la memoria conlleva un debilitamiento de las utopías. Eso no es casual. Eso se va naturalizando sin entender que la administración del tiempo ya no nos pertenece sino a aquellos sectores que necesitan establecer tipos de tiempo en los que la memoria y el futuro son innecesarios. Deberíamos hacer conciencia para poder liberarnos y encontrar estos resquicios que nos permitan mirar estas cuestiones desde otro lugar que tienen que ver con el pasado pero que también con el presente y sobre todo con la necesidad de las utopías. La resignificación del pasado se la hace desde el presente y con las necesidades que hoy se tienen. Nos acostumbramos a tomar la historia como algo que está dado, que está escrito. Sin embargo esa mirada al pasado que la visión institucionalizada es la que se encarga de difundir no es la única historia que hay. Hay otras voces, rostros, cuerpos que están expresando la memoria de otros tiempos y que es necesario incorporar. Estos 200 años nos traen a colación todo porque debemos fijarnos en el presente que estamos atravesando donde hay muchas deudas que saldar. Estamos en camino pero ese camino debe contar a aquellos que circunstancialmente no nos acompañan”.
*Publicado en Notiexpress Santiago del Estero
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