Stella Calloni
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 24 de mayo de 2010, p. 32
Buenos Aires, 23 de mayo. Los relatos de Lidia Papaleo de Graiver, detenida durante la dictadura militar (1976-1983), conmueven al país en las últimas horas, al revelar que el traspaso de las acciones de Papel Prensa de los herederos del empresario David Graiver a los diarios La Nación, Clarín y La Razón se hizo bajo torturas, y no dejó dudas sobre las complicidades entre civiles y militares en este caso.
El semanario dominical Miradas al Sur dio a conocer hoy el relato que hizo Papaleo de Graiver después de la reunión de los accionistas de Papel Prensa el pasado 20 de mayo. Aunque ya mucho había trascendido en otros tiempos, incluso por libros escritos sobre el caso Graiver y por lo relatos del también periodista Osvaldo Papaleo, hermano de Lidia, quien sufrió secuestro y torturas, ahora es ella quien habla, despojada de todos los terrores, pero no de los recuerdos de su paso por el infierno.
Firmas o te mato, fue una de las órdenes dadas a esta mujer, cuyo marido murió en un sospechoso accidente aéreo en México el 7 de agosto de 1976, lo que Gasparini atribuye a un atentado en el cual intervino la Agencia Central de Inteligencia estadunidense, ya que este hombre estaba señalado como banquero de la organización Montoneros.
Revela Lidia Papaleo que no tuvo opción; represores le dijeron: firmas o te mato
Lidia Papaleo era muy joven y tenía una hija de un año cuando regresó al país, poco después de la muerte de su marido, porque le dijeron que era conveniente para solucionar los problemas de la empresa Papel Prensa.
“Fui forzada a vender todo. No hubo sugerencias, fue firmas o te mato (..) Yo desaparecí y todo lo que pasó fue estando desaparecida. También firmé en La Plata estando desaparecida. Hice los careos con (Jacobo) Timerman (quien era director del diario La Opinión y estuvo secuestrado en la Plata, provincia de Buenos Aires) y todo lo relacionado con ese diario estando desaparecida. Desde el departamento de policía me llevaban a declarar envuelta en una manta gris, porque estaba totalmente quemada, perdí mis pechos, mi abdomen y también mis genitales durante la tortura, y me operaron en la cárcel de un tumor cerebral por los golpes que recibí. Al salir de la cárcel seguí viviendo todo esto, me siguieron amenazando, tuve que intervenir el teléfono y la situación siguió, siguió y siguió.”
Ahora decidió hablar y lo hizo ante los accionistas de Papel Prensa y enfrentando a aquellos que participaron en los horrores de lograr un traspaso en esa temible situación.
Se le preguntó si había vendido antes o después de que estuvo en la cárcel, y respondió que había vendido “antes y durante. En la cárcel ya estaba legal, me sacaban y me traían desaparecida para firmar y hacer el careo continuo. En una oportunidad fui a una casa donde había dejado las acciones de La Opinión –yo tenía todas las acciones de La Opinión–. Fui a ese lugar con un señor que era mi torturador –si bien eran varios y Darío Rojo, que era uno de ellos, ya murió– y estaban presentes (Miguel) Etchecolatz y (Ramón) Camps (uno fallecido y el otro detenido y condenado a cadena perpetua en el primer juicio oral en La Plata). El otro que estaba presente, que no era policía, se llama Cozzani y era el encargado de torturarnos. A mi lado murió mucha gente, incluso niños, porque traían a los padres y, si no hablaban, mataban a sus niños. También violaban a todo hombre que entraba, que supuestamente era homosexual”, relató.
Uno de los rostros que más dijo recordar de esas reuniones es el de Héctor Magnetto, el hombre poderoso del monopolio Clarín. Yo siempre he dicho que me acuerdo más de los ojos y de la cara de Magnetto que la de mis torturadores. Me dijo que tenía que firmar.
Contó también que fue llevada en reiteradas oportunidades al edificio del diario La Nación para que se reuniera con Bartolomé Mitre (ex director), Héctor Magnetto, Bernardo Sofovich, Campos Carlés, todos ellos de los diarios que se quedaron con la mayoría del paquete accionario de Papel Prensa.
Esta operación de la que fue víctima (Lidia Papaleo) fue parte de la alianza estratégica entre los dictadores genocidas y los representantes de los grupos económicos-mediáticos más grandes de Argentina, señaló el analista Daniel Cechini, en Miradas al Sur.
También destaca la similitud de este caso con el de la familia Gutheim, padre e hijo, secuestrados para que vendieran su empresa por negocios que tenía en manos el ahora detenido ex ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz.
Los hijos de Ernestina Herrera
A esta terrible historia, que en los últimos días fue ilustrada con la fotografía del brindis entre el ex dictador Jorge Rafael Videla y Ernestina Herrera de Noble, directora de Clarín, cuando se concretó el traspaso de Papel Prensa, se une otra denuncia.
El ex propietario del diario La Razón, José Pirillo, relató en esa misma reunión de accionistas que Magnetto, entonces gerente general del diario Clarín, le comentó que había gestionado ante Videla la obtención de dos chicos para la dueña del diario. Como se conoce, una juez acaba de dictaminar que debe hacerse de inmediato en el Banco de Datos Genéricos el examen de ADN para determinar si los dos hijos adoptados por Herrera de Noble durante la pasada dictadura son o no hijos de desaparecidos.
También contó cómo fue despojado de su diario en 1987, mediante una maniobra judicial, cuando rompió la sociedad con Papel Prensa y decidió publicar la historia completa de la familia Graiver.
Estas declaraciones aparecen como la punta del iceberg de una historia que tendrá consecuencias muy importantes para Argentina. Estamos comenzando a ver la pata civil de la siniestra dictadura y esto sí puede transformar profundamente al país, señalaron organismos humanitarios
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/05/24/index.php?section=mundo&article=032n1mun
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