Estos fastos mayas me permitieron sentir que algo estaba faltando, que
la bandera idolatrada de Manuel debía aún cumplir con un homenaje.
Quiero armar hoy una bandera muy, pero muy especial, para un fin
único.
Quiero armar una enseña con pedazos de cielo de mi Santiago y con
brazadas de nieve cordillerana desde Jujuy a Santa Cruz, ...Con azules
de océano como el que baña las costas de Buenos Aires hasta Ushuaia. Con
blancos de garzas del Litoral y de azúcar tucumano... Con nubes
cordobesas, chaqueñas, pampeanas y correntinas. Se trata de un paño que
deberá ser orlado con hojitas de laurel, ramitos de albahaca, azahares
de limonero y flores de ceibo.
Las manos que trabajen en esta bandera, han de ser de madres que
perdieron alguna hija o algún hijo y que no pudieron sepultarlos, madres
que por su origen nos representen. Deberán provenir de familias tobas,
"tanas", "gallegas", árabes, mapuches, judías, matacas, etc. Es decir,
de cada sangre con la que se construyó este país, ... de cada raza :
aborigen, blanca, negra, con que se aportó a esta Nación.
Una vez confeccionada esta enseña, se deberán cortar paños que han de
envolver a un querido fallecido cuyo cuerpo nos fuera negado. Serán
mortajas para un santo, un héroe y un mártir, todo en una misma persona.
Es que necesito arropar a un argentino, o más bien a miles de ellos,
que aunque de cuerpo ausente, le dan brillo a este Mayo. Sin este paño
que los envuelva, que los arrope, el frío del olvido impedirá sus sueños
de justos.
Estos paños son para envolver de caricia a cada joven asesinado y
desaparecido en los años miserables de la ultima dictadura , como
también para amortajar cariñosamente a cada joven muerto en el
hundimiento del "Belgrano", así como a los chicos que cayeron en suelo
de Malvinas.
Los fusilados, los arrojados vivos al mar, los sepultados como N N ,
cada uno de ellos, militantes sociales o conscriptos/colimbas, murieron
con un sueño : una Argentina en paz, en libertad , un país que cobije
sonrisas y abrazos, que cante junta, (como ese país de los últimos
festejos del Bicentenario). Una tierra libre de opresión externa como de
dictaduras y represiones internas.
Mayo de 1810 fue el primer grito de libertad. Hoy, abrazando a nuestros
jóvenes muertos, peguemos otro alarido, como Pueblo que somos, por un
Nunca más de corazón.
Nunca más la muerte por sobre la Vida.
Nunca más la noche de la injusticia y la barbarie.
Nunca más el privilegio de unos cuántos, por sobre el derecho de
todos.
Julio Virginio Gallardo.
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